La vida cristiana descansa en el fundamento de las promesas de Dios
para hoy y para el futuro. Podemos confiar en todo lo que nuestro Padre
celestial ha dicho porque su Palabra es veraz y fiel.
No siempre entendemos por qué Dios actúa de la manera en que lo hace. Pero podemos estar seguros de que siempre tiene el control. En momentos asÃ, es útil recordar que Dios ve el panorama completo y trabaja para cumplir sus propósitos.
Dios cumple sus promesas siempre. Está en la Biblia, II Corintios 1:19-20, "Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, no ha sido Sà y No; mas ha sido Sà en él; porque todas las promesas de Dios son en él SÃ, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios".
Dios nunca retrae o cambia sus promesas. Está en la Biblia, Salmo 89:34, "No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios".
Salmos 145: 13 " Tu reino existirá para siempre; tu dominio permanecerá de generación en generación. El SEÑOR es fiel a sus promesas y todo lo que hace es bueno".
Salmos de Victoria
Salmos 144: 1-2
¡Bendito sea el Señor, mi protector! Él es quien me entrena y me prepara para combatir en la batalla; él es mi amigo fiel, mi lugar de protección,
mi más alto escondite, mi libertador; él es mi escudo, y con él me protejo; él es quien pone a los pueblos bajo mi poder.
Salmos de Protección
Salmos 121:5
El Señor es quien te cuida; el Señor es quien te protege, quien está junto a ti para ayudarte.
Salmos de Sanidad
Salmos 91:1-4
El que vive bajo la sombra protectora del AltÃsimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confÃo!»
Sólo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro.
¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!
Salmos de Provisión
Salmos 23: 1-2
El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce.
Salmos de Bendición
Salmos 141:1-2
A ti clamo, Señor: ¡ven pronto!, ¡escucha mi voz cuando te invoco! Sea mi oración como incienso en tu presencia, y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde.
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