Los Salmos más poderosos de la Biblia




 

Dios ha preparado para ti un manantial de esperanza y fe cuando estás pasando por momentos difíciles.

Si estás buscando consuelo y fortaleza, has llegado al sitio ideal. Ya que hemos preparado una serie de versos bíblicos de los Salmos para que te fortalezcas y levantes tu ánimo.

Los Salmos poderosos son obras hechas para todo tiempo y circunstancias. Si estás en angustias es lo más probable que haya un salmo que lo te de ánimo, y si estás en alegría o quebranto hay un Salmo de poderpara ti vida.

Los Salmos poderosos se caracterizan, por ser maestros, en la metáfora y la poesía. Esto es debido a su autor, la mayoría de los cánticos y oraciones descritos en el libro de los Salmos son atribuidos a el rey David.

El Señor es nuestro refugio

 

91 El que vive bajo la sombra protectora
del Altísimo y Todopoderoso,
dice al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!»

Sólo él puede librarte
de trampas ocultas y plagas mortales,
pues te cubrirá con sus alas,
y bajo ellas estarás seguro.
¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!
No tengas miedo a los peligros nocturnos,
ni a las flechas lanzadas de día,
ni a las plagas que llegan con la oscuridad,
ni a las que destruyen a pleno sol;
pues mil caerán muertos a tu izquierda
y diez mil a tu derecha,
pero a ti nada te pasará.
Solamente lo habrás de presenciar:
verás a los malvados recibir su merecido.

Ya que has hecho del Señor tu refugio,
del Altísimo tu lugar de protección,
10 no te sobrevendrá ningún mal
ni la enfermedad llegará a tu casa;
11 pues él mandará que sus ángeles
te cuiden por dondequiera que vayas.
12 Te levantarán con sus manos
para que no tropieces con piedra alguna.
13 Podrás andar entre leones,
entre monstruos y serpientes.

14 «Yo lo pondré a salvo,
fuera del alcance de todos,
porque él me ama y me conoce.
15 Cuando me llame, le contestaré;
¡yo mismo estaré con él!
Lo libraré de la angustia
y lo colmaré de honores;
16 lo haré disfrutar de una larga vida:
¡lo haré gozar de mi salvación!»

 


El Señor es mi pastor

(1a) Salmo de David.

23 (1b) El Señor es mi pastor;
nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.

Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.

Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume en mi cabeza,
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.

 


 

El Señor es mi luz y mi salvación

(1a) De David.

27 (1b) El Señor es mi luz y mi salvación,
¿de quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida,
¿a quién habré de temer?
Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.

Sólo una cosa he pedido al Señor,
sólo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!
Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos;
entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,
y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.

A ti clamo, Señor: escúchame.
Ten compasión de mí, ¡respóndeme!
El corazón me dice:
«Busca la presencia del Señor.»
Y yo, Señor, busco tu presencia.
¡No te escondas de mí!
¡No me rechaces con ira!
¡Mi única ayuda eres tú!
No me dejes solo y sin amparo,
pues tú eres mi Dios y salvador.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
tú, Señor, te harás cargo de mí.

11 Señor, muéstrame tu camino;
guíame por el buen camino
a causa de mis enemigos;
12 no me entregues a su voluntad,
pues se han levantado contra mí
testigos falsos y violentos.
13 Pero yo estoy convencido
de que llegaré a ver la bondad del Señor
a lo largo de esta vida.

14 ¡Ten confianza en el Señor!
¡Ten valor, no te desanimes!
¡Sí, ten confianza en el Señor!

 

 

Alabanzas a la bondad del Señor

(1) De David, cuando se retiró de la presencia de Abimélec, ante quien había fingido sufrir un ataque de locura.

34 (2) Bendeciré al Señor a todas horas;
mis labios siempre lo alabarán.
(3) Yo me siento orgulloso del Señor;
¡óiganlo y alégrense, hombres humildes!
(4) Alabemos juntos y a una voz
la grandeza del nombre del Señor.

(5) Recurrí al Señor, y él me contestó,
y me libró de todos mis temores.
(6) Los que miran al Señor
quedan radiantes de alegría
y jamás se verán defraudados.
(7) Este pobre gritó, y el Señor lo oyó
y lo libró de todas sus angustias.
(8) El ángel del Señor protege y salva
a los que honran al Señor.
(9) Prueben, y vean que el Señor es bueno.
¡Feliz el hombre que en él confía!
(10) Honren al Señor, los consagrados a él,
pues nada faltará a los que lo honran.
10 (11) Los ricos se vuelven pobres, y sufren hambre,
pero a los que buscan al Señor nunca les faltará ningún bien.

11 (12) Vengan, hijos míos, y escúchenme:
voy a enseñarles a honrar al Señor.
12 (13) ¿Quieres vivir mucho tiempo?
¿Quieres gozar de la vida?
13 (14) Pues refrena tu lengua de hablar mal,
y nunca digan mentiras tus labios.
14 (15) Aléjate de la maldad, y haz lo bueno;
busca la paz, y síguela.

15 (16) El Señor cuida de los hombres honrados
y presta oído a sus clamores.
16 (17) El Señor está en contra de los malhechores,
para borrar de la tierra su recuerdo.
17 (18) El Señor atiende al clamor del hombre honrado,
y lo libra de todas sus angustias.
18 (19) El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos
y han perdido la esperanza.

19 (20) El hombre honrado pasa por muchos males,
pero el Señor lo libra de todos ellos.
20 (21) Él le protege todos los huesos;
ni uno solo le romperán.
21 (22) A los malvados los mata su propia maldad;
los que odian al hombre honrado serán castigados.
22 (23) Pero el Señor salva la vida a sus siervos;
¡no serán castigados los que en él confían!

 

 

Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío

(1) Del maestro de coro. Salmo de David.

40 (2) Puse mi esperanza en el Señor,
y él se inclinó para escuchar mis gritos;
(3) me salvó de la fosa mortal,
me libró de hundirme en el pantano.
Afirmó mis pies sobre una roca;
dio firmeza a mis pisadas.
(4) Hizo brotar de mis labios un nuevo canto,
un canto de alabanza a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, se sintieron conmovidos
y pusieron su confianza en el Señor.
(5) ¡Feliz el hombre que confía en el Señor
y no busca a los insolentes
ni a los que adoran a dioses falsos!

(6) Señor y Dios mío,
muchas son las maravillas que tú has hecho
y las consideraciones que nos tienes.
¡Nada es comparable a ti!
Quisiera anunciarlas, hablar de ellas,
pero son más de las que puedo contar.

(7) Tú no te complaces en los sacrificios
ni en las ofrendas de cereales;
tampoco has pedido holocaustos
ni ofrendas para quitar el pecado.
En cambio, me has abierto los oídos.
(8) Por eso he dicho: Aquí estoy,
tal como el libro dice de mí.
(9) A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío;
¡llevo tu enseñanza en el corazón!
(10) En presencia de tu pueblo numeroso
he dado a conocer lo que es justo.
¡Tú bien sabes, Señor, que no he guardado silencio!
10 (11) No me he quedado callado acerca de tu justicia;
he hablado de tu fidelidad y salvación.
Jamás he ocultado tu amor y tu verdad
ante tu pueblo numeroso.

11 (12) Y tú, Señor, ¡no me niegues tu ternura!
¡Que siempre me protejan tu amor y tu fidelidad!
12 (13) Pues me han pasado tantas desgracias
que ni siquiera las puedo contar.
Me han atrapado mis propias maldades;
¡hasta he perdido la vista!
Son más que los pelos de mi cabeza,
y hasta el ánimo he perdido.

13 (14) Señor, por favor, ¡ven a librarme!
Señor, ¡ven pronto en mi ayuda!
14 (15) ¡Que sean puestos en completo ridículo
los que tratan de acabar con mi vida!
¡Que huyan en forma vergonzosa
los que quieren hacerme daño!
15 (16) ¡Que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
16 (17) Pero que todos los que te buscan
se llenen de alegría;
que cuantos desean tu salvación
digan siempre: «¡El Señor es grande!»

17 (18) Y a mí, que estoy pobre y afligido,
no me olvides, Señor.
Tú eres quien me ayuda y me liberta;
¡no te tardes, Dios mío!

 

 

Oh Dios, ten compasión de mí

(1) Del maestro de coro. Salmo de David, (2) después que el profeta Natán lo reprendió por haber cometido adulterio con Betsabé.

51 (3) Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;
por tu gran ternura, borra mis culpas.
(4) ¡Lávame de mi maldad!
¡Límpiame de mi pecado!
(5) Reconozco que he sido rebelde;
mi pecado no se borra de mi mente.
(6) Contra ti he pecado, y sólo contra ti,
haciendo lo malo, lo que tú condenas.
Por eso tu sentencia es justa;
irreprochable tu juicio.

(7) En verdad, soy malo desde que nací;
soy pecador desde el seno de mi madre.
(8) En verdad, tú amas al corazón sincero,
y en lo íntimo me has dado sabiduría.
(9) Purifícame con hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
(10) Lléname de gozo y alegría;
alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado.
(11) Aleja de tu vista mis pecados
y borra todas mis maldades.

10 (12) Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!,
¡dame un espíritu nuevo y fiel!
11 (13) No me apartes de tu presencia
ni me quites tu santo espíritu.
12 (14) Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación;
sosténme con tu espíritu generoso,
13 (15) para que yo enseñe a los rebeldes tus caminos
y los pecadores se vuelvan a ti.
14 (16) Líbrame de cometer homicidios,
oh Dios, Dios de mi salvación,
y anunciaré con cantos que tú eres justo.

15 (17) Señor, abre mis labios,
y con mis labios te cantaré alabanzas.
16 (18) Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos;
yo te los daría, pero no es lo que te agrada.
17 (19) Las ofrendas a Dios son un espíritu dolido;
¡tú no desprecias, oh Dios, un corazón hecho pedazos!

18 (20) Haz bien a Sión, por tu buena voluntad;
vuelve a levantar los muros de Jerusalén.
19 (21) Entonces aceptarás los sacrificios requeridos,
las ofrendas y los holocaustos;
entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.

 

 

El Señor es tu protector

(1a) Cántico de las subidas.

121 (1b) Al contemplar las montañas me pregunto:
«¿De dónde vendrá mi ayuda?»
Mi ayuda vendrá del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

¡Nunca permitirá que resbales!
¡Nunca se dormirá el que te cuida!
No, él nunca duerme;
nunca duerme el que cuida de Israel.
El Señor es quien te cuida;
el Señor es quien te protege,
quien está junto a ti para ayudarte.
El sol no te hará daño de día,
ni la luna de noche.

El Señor te protege de todo peligro;
él protege tu vida.
El Señor te protege en todos tus caminos,
ahora y siempre.

 

 

Todo viene del Señor

(1a) Cántico de las subidas, de Salomón.

127 (1b) Si el Señor no construye la casa,
de nada sirve que trabajen los constructores;
si el Señor no protege la ciudad,
de nada sirve que vigilen los centinelas.
De nada sirve trabajar de sol a sol
y comer un pan ganado con dolor,
cuando Dios lo da a sus amigos mientras duermen.

Los hijos que nos nacen
son ricas bendiciones del Señor.
Los hijos que nos nacen en la juventud
son como flechas en manos de un guerrero.
¡Feliz el hombre que tiene muchas flechas como ésas!
No será avergonzado por sus enemigos
cuando se defienda de ellos ante los jueces.

 

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