Salmos de Protección

 


Salmos 34:15 

Los ojos del Señor están sobre los justos,y sus oídos, atentos a sus oraciones.

 

Salmos 34:10 

Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta.

 

Salmos 36:7 

Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas.

 

Salmos 36:6 

Tú, Señor, cuidas de hombres y animales; ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!

 

Salmos 7:1 

¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores!

 

Salmos 17:8 

Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas.

 

Salmos 17:2 

Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.

 

Salmos 18:2 

Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!

 

Salmos 91:11 

Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.

 

Salmos 91:1 

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.

 

Salmos 91:7 

Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.

 

Salmos 94:1 

Señor, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!

 


 

Oración pidiendo justicia

17 (1b) Señor, escucha mi causa justa,
atiende a mi clamor,
presta oído a mi oración,
pues no sale de labios mentirosos.

¡Que venga de ti mi sentencia,
pues tú sabes lo que es justo!
Tú has penetrado mis pensamientos;
de noche has venido a vigilarme;
me has sometido a pruebas de fuego,
y no has encontrado maldad en mí.
No he dicho cosas indebidas,
como hacen los demás;
me he alejado de caminos de violencia,
de acuerdo con tus mandatos.
He seguido firme en tus caminos;
jamás me he apartado de ellos.

Oh Dios, a ti mi voz elevo,
porque tú me contestas;
préstame atención, escucha mis palabras.
Dame una clara muestra de tu amor,
tú, que salvas de sus enemigos
a los que buscan protección en tu poder.
Cuídame como a la niña de tus ojos;
protégeme bajo la sombra de tus alas
de los malvados que me atacan,
¡de los enemigos mortales que me rodean!
10 Son engreídos, hablan con altanería;
11 han seguido de cerca mis pasos
esperando el momento de echarme por tierra.
12 Parecen leones, feroces leones
que agazapados en su escondite
esperan con ansias dar el zarpazo.

13 Levántate, Señor, ¡enfréntate con ellos!
¡Hazles doblar las rodillas!
Con tu espada, ponme a salvo del malvado;
14 con tu poder, Señor, líbrame de ellos;
¡arrójalos de este mundo,
que es su herencia en esta vida!
Deja que ellos se llenen de riquezas,
que sus hijos coman hasta que revienten,
y que aún sobre para sus nietos.
15 Pero yo, en verdad, quedaré satisfecho
con mirarte cara a cara,
¡con verme ante ti cuando despierte!

 

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